martes, abril 17, 2007

Vegetación

La Macaronesia es el nombre colectivo con el que se conocen a cinco grupos de islas situadas en la zona centrooriental del Atlántico Norte; estos archipiélagos son los de Azores, Madeira, Salvajes, Canarias y Cabo Verde. El Archipiélago Canario es el de mayor riqueza florística de la Región Macaronésica. Es, además, la cuarta región natural del mundo en cuanto a endemismos florísticos, con 1700 plantas superiores catalogadas, de las que unos 20 géneros y más de 500 especies son endémicas. Hasta el momento se conocen un total de 14.000 especies (sin tener en cuenta protistas y moneras), de ellas casi 9.000 son de fauna, en torno a 4.000 de flora y más de 1.000 hongos.
La abundancia de microclimas y, en consecuencia, de hábitats naturales en Tenerife, se refleja claramente en la vegetación insular, formada por una flora rica y variada entre la que destacan los 140 endemismos tinerfeños. Los cuales hacen que la isla tenga la mayor relación de endemismos florísticos de toda la Macaronesia.
El clima junto con otros factores como la altitud, la insolación y la exposición a los vientos alisios van a condicionar la distibución de la vegetación.
El piso bioclimático correspondiente a esta zona es el termomediterráneo xerofítico semiárido superior y en él nos encontramos con una franja de transición muy rica florísticamente, pero muy degradada por coincidir con la zona de los an­tiguos asentamientos humanos, con sus vías de co­municación y terrenos de cultivo. Sólo en las medianías de la ladera, así como en los barrancos más profundos, se localizan los restos de un sabinar de cornisa (Junipero canariensis-Oleetum cerasiformis), localmen­te enriquecido con elementos del fayal-brezal; tam­bién merecen destacarse los restos de esta formación situados en los barrancos de Pedro Díaz y Herques. Este tipo de vegetación ha dado nombre a algunas entidades de población de la Comarca, como La Sabina Alta y La Sabinita. En esta franja, situada entre los 400 y los 900 m.s.n.m., además de la sabina (Juniperus turbinata ssp. canariensis) son frecuentes otras especies que for­man parte del antiguo "monte bajo" (Mayteno­-Juniperion canariensis), como el acebuche (Olea europaea ssp. cerasiformis), el almácigo (Pistacia atlantica), el peralillo (Maytenus canariensis), la leña negra (Rhamnus crenulata), el jasmín (Jasminum odoratissimum), etc. A estos elementos se unen los más agresivos y característicos tanto del tabaibal­-cardonal del piso inferior, como del monte verde y pinar de los pisos superiores; además, destacan en esta banda los matorrales de sustitución nitrófilos (Artemisio thusculae-Rumicion lunariae), instalados preferentemente sobre huertas abandonadas, que, aunque ya aparecían en la anterior, adquieren aquí un papel relevante, dada la fuerte degradación a que ha estado sometida; están dominados por la magar­za (Argyranthemum frutescens ssp.frutescens), el incensio (Artemisia thuscula) y la vinagrera (Rumex lunaria); a los anteriores se suman los matorrales de suelos decapitados (Cisto monspeliensis-Micromerion hyssopifoliae), caracterizados sobre todo por el juagarzo (Cistus monspeliensis), el to­millo burro (Micromeria hyssopifolia) y la mosquera (Globularia salicina).
El bosque termófilo particular, se sitúan entre los 400 y los 900 m.s.n.m., ocupando una posición intermedia entre los cardonales y el monte verde o pinar, tratándose de un bosque xérico. Bosquetes y matorrales termófilos, que prosperan sobre suelos bien estructurados pero poco profundos. Están caracterizados por algunas especies arbóreas, que en función de su dominancia van a caracterizar los “sabinares”, “acebuchales”, “almacigales”, etc. Hay que destacar la existencia de varios ejemplares de drago (Dracaena draco) en el Barranco de Badajoz, en una zona muy escarpada e inaccesible. En la comarca de Agache, los bosques termófilos han sido totalmente eliminados, como en el resto de la isla. Únicamente se puede comentar la existencia de algunos elementos aislados en las laderas de los barrancos más importantes.